El método consiste en inducir electricidad a través de un fenómeno físico conocido como resonancia: Todos los objetos disponen de una frecuencia de resonancia determinada, y si dos objetos vibran en una misma frecuencia, la energía de la vibración aumenta.
La transferencia de electricidad se realiza dentro del espacio limitado por las bobinas, sin que ésta se disipe fuera de este espacio. Además, otros objetos situados dentro del espacio entre las bobinas con una frecuencia de vibración diferente no se ven afectados por la resonancia magnética ni la energía desprendida. Soljacic y su grupo aseguran que la disipación de la energía es inferior a otros sistemas que usan ondas de radio o láser. Según sus promotores, el sistema (por ahora) sólo pierde el 50% de la energía que invierte. Los inventores han llamado a esta tecnología "witricity" o "witricidad", de la unión de las palabras en inglés "wireless" y "electricity".
Quedan muchos años para ver en el mercado dispositivos que aprovechen esta tecnología, pero sus aplicaciones podrán ser aplicadas en infinidad de áreas, tanto empresariales, como industriales o en los hogares de los usuarios. Sin embargo, aún se deben estudiar los posibles efectos sobre la salud, aunque en principio no hay indicios de peligrosidad. La razón de su baja peligrosidad para la salud radica, a diferencia a los hornos microondas que emiten frecuencias eletromagnéticas de alta potencia, en que esta tecnología emite en frecuencias de baja potencia, que no son dañinas ni afectan a las personas a pesar de que estén situadas dentro de su radio de acción. No obstante, al igual que otras tecnologías que funcionan en baja potencia, como los teléfonos móviles, hacen falta numerosos estudios previos antes de su comercialización definitiva.
Extraido de www.consumer.es
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